En casa no había muchos juegos de mesa. Teníamos el de Woolfy (el juego cooperativo de los tres cerditos y el lobo), un juego de cartas pirata y un parchís pirata. Este último, el preferido de Bigger, últimamente se me estaba haciendo pesado (muy pesado). La partida dura una hora y a mí lo de contar y comer piratas sin casi estrategias me resulta tremendamente aburrido. No os miento si os digo que oigo parchís y corro para librarme.
Así que la llegada a casa del Carcassone Junior ha sido un regalo caído del cielo! Porque este juego es perfecto para toda la familia. Ahora soy yo la que le pide a Bigger jugar!.
Os cuento de qué va. Cada jugador juega con ocho piezas que representan a los niños de Carcassone (por cierto, precioso pueblo y, casualidades de la vida, donde decidimos, cuando Bigger ya estaba en nuestros planes, que si era niño se llamaría como se llama). En el centro de la mesa se colocan unos montones de fichas que vamos sacando cada jugador y poniendo en la mesa. Esas fichas son caminos y casas que van componiendo el pueblo de Carcassone. Sobre los caminos hay niños vestidos con el color de nuestras fichas.
El objetivo del juego es intentar cerrar caminos porque cuando hay caminos cerrados y en los caminos hay niños de nuestro color, podemos colocar sobre el tablero nuestras piezas. Un camino cerrado es que que tiene un principio y un fin (una casa y otra casa, una casa y un pozo...).
Es un juego de estrategia donde lo importante es saber cómo colocar las fichas para beneficiarnos nosotros y "fastidiar" a los demás. Gana el que antes coloca sus piezas.
Bigger tiene 5 años y ha entendido perfectamente el objetivo del juego. Las partidas son cortas (uno 15 minutos) y es súper entretenido. Desde luego, todo un gran descubrimieno que quería compartir con vosotros.
Dicho queda!
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